¿Cómo y donde deberíamos vivir y qué podemos hacer para reducir los riesgos en el día a día?

La palabra “biohabitabilidad” es relativamente nueva en nuestro día a día, pero los antiguos (antepasados y civilizaciones extinguidas) ya la utilizaban frecuentemente, es más; era la única opción que elegían para vivir y formar la familia.

Podemos afirmar que a pesar de estar viviendo una vida “moderna”… con jornadas de trabajo en lugares cerrados, trayectos en vehículos con abundante material químico, comida prefabricada, etc… el lugar donde más horas pasamos de nuestra vida es en nuestra vivienda, y concretamente en el dormitorio, con un promedio de 7/8 horas diarias. Esta es la razón por la que debemos elegir con conciencia un lugar sano.

Nuestro organismo se regenera y repara a nivel celular por la noche, cuando ya no hay sol ni luz, la encargada es la glandula pineal, también llamada “Epífisis”, situada en la parte trasera del cráneo. Además de la correcta regeneración celular, también regula los ciclos circadianosritmos de vigilia y sueño– y es la principal moduladora de nuestro sistema inmune, su correcto funcionamiento protege de mutaciones, enfermedades raras autoinmunes y degenerativas. Para su correcto funcionamiento tan solo necesita que haya oscuridad absoluta en el dormitorio y ausencia completa de cualquier tipo de ondas electromagnéticas; es decir; ningún aparato encendido, ningún router wi-fi ni móviles y despertadores radio, televisores, etc… y no más importante; no situar la cama encima de geopatías (venas de agua, líneas hartman, curry, fallas tectóticas, etc), lugares que emiten una radiación en su vertical.

Cuando somos conscientes de estas premisas y del tipo de vida que llevamos, podemos entender porqué hay tanta gente que enferma constantemente y el bajo nivel de energía diario. Nuestros antepasados esperaban un año para saber cual era el sitio donde debían vivir, ponían un rebaño de ovejas o cabras en un terreno y observaban…si los animales criaban, era un buen sitio, sino había cría…buscaban otro lugar. Los animales tienen el instinto muy activo y saben en todo momento donde está el buen sitio. Como por ejemplo los perros elegirán para tumbarse siempre un buen sitio…al contrario que los gatos, que buscarán un lugar patógeno para aprovechar la radiación que les sirve para su comunicación.

Volviendo a la biohabitabilidad, veremos que es una elección que debemos poner en primer orden, ya que nuestra salud del día a día está completamente relacionada con el entorno que nos rodea.

Hay múltiples enfermedades que son el resultado de un lugar enfermo, como por ejemplo: electrosensibilidad química y/o eléctrica, cansancio crónico, artritis, varices, piel atópica, vista cansada, lentes en recién nacidos, nerviosismo, cáncer, etc…

A parte del buen sitio, debemos tratar con especial atención los materiales que van a compartir nuestra vivienda durante los próximos años. No es lo mismo pintar las paredes con cal (producto natural, que además evita humedades) que con pintura plástica, que contiene múltiples ingredientes derivados del petróleo y que va a ir soltándolos en nuestra vivienda durante 50 años. Debemos evitar materiales plásticos y artificiales como alfombras, telas y ropas de cama…generan electricidad estática y en ambientes con un índice de humedad alta no dejan que nuestro cuerpo tenga conexión terrestre, con la consiguiente sensación de cuerpo cargado de electricidad…hay personas que después de una estancia en este tipo de lugares se descargan al tocar un elemento conductor (coche, ascensor…), es el resultado de que su cuerpo está cargado de electricidad.

Así como los alimentos deben de ser lo más naturales posible, también es importante el lugar donde los almacenamos y cual o cuales con los materiales donde los manipulamos. Antiguamente en todas las viviendas existía lo que denominamos “alacena”, lugar orientado al norte y ventilado, con un porcentaje de humedad superior al resto de la casa, para que la comida pueda conservarse mejor y mas tiempo. Hoy en día lo hemos suplido por el frigorífico y el cambio da como resultado que comemos más alimentos prefabricados, que llevan multitud de colorantes, conservantes y elementos que nuestro cuerpo no procesa.

La cocina ha “evolucionado”, o eso nos quieren hacer creer… del tradicional fuego a la vitrocerámica, tremendamente patógena por su radiación, especialmente para mujeres embarazadas, y que además absorbe totalmente el sabor de los alimentos.

Para tener una idea de si vives en un lugar sano puedes preguntarte:
¿duermo bien? O ¿puedo relajarme en casa?