AFECTADO POR LA RADIACIÓN DE ANTENAS

Heribert Llorente había oído hablar del efecto de las radiaciones electromagnéticas pero nunca pensó que acabaría siendo víctima de ellas. Quizás por su conocimiento de la materia, este tarraconense ha podido subsanar el efecto de estas emisiones en su organismo y ha evitado males mayores. En declaraciones a ABC, explica con detalle su experiencia y cómo puso fin a «la pesadilla».

—¿Cuándo empezó a sentir los efectos de estas radiaciones y en qué contexto?

—Mi pareja y yo nos fuimos a vivir a Cambrils (Tarragona) hace cuatro años. Nos instalamos en un piso que nos gustaba. Todo parecía idílico hasta que empezó la pesadilla. Al primer mes empezamos a notar cansancio leve y algunas molestias musculares, aunque la cosa fue a más con el paso de los meses.

 —¿Cuándo se disparó la alarma?

—Después de cuatro largos meses de molestias, vimos que los síntomas se agudizaban y empezamos a preocuparnos. No podíamos descansar ni una hora, teníamos fuertes dolores en los músculos y estábamos apáticos, sin ganas de hacer nada. Apenas podía pensar. Me lavantaba agotado, sin fuerzas.

—¿Por qué pensó que podía tratarse de una exposición a estas radiaciones?

—En un principio pensé lo peor, que tenía alguna enfermedad mala, aunque había leído algo sobre las ondas electromagnéticas, sus fuentes emisoras y su posible impacto en la salud, y eso me hizo pensar que igual se trataba de eso. Pensé en los síntomas, cuándo los sentía y me dirigí rápidamente hacia mi habitación. Me asomé al blacón y ví en el edificio de delante, a pocos metros de mi casa, dos antenas de telefonía móvil.

—¿Qué hizo tras descubrir la posible causa de su estado?

—Pues buscar solución. Por eso llamé a una empresa privada para que me enviaran a casa un técnico especializado en este tipo de radiaciones.

—¿Qué encontró?

—Encontró que el nivel de radiaciones estaba hiperdisparado. Estaba expuesto a 2000 microwatios por centímetro cuadrado, una burrada.

—¿Qué tipo de solución le propuso?

—Primero mi pareja y yo nos pusimos en manos de una inmunóloga para que revisara los posibles daños de esta exposición en nuestra salud. Por suerte, lo detectamos a tiempo y hemos podido subsanarlo con un tratamiento y protegiendo nuestra vivienda de estas emisiones.

«Hemos instalado en la ventana más próxima a las antenas unas cortinas de microfilamentos de cobre y plata»

—¿Qué han hecho en su casa?

—Hemos instalado en la ventana más próxima a las antenas unas cortinas de microfilamentos de cobre y plata para evitar que las radiaciones entre en casa. Hemos protegido, básicamente, las posibles vías de entrada de las emisiones.

—¿Han sido suficientes estas medidas?

—Por suerte sí. Nos hicimos una revisión un mes después de proteger nuestra vivienda y el circuito eléctrico de nuestro sistema inmunitario, que había resultado alterado, ya estaba prácticamente normalizado. Por suerte, yo estaba concienciado sobre el problema y lo cogí a tiempo, aunque hay muchas personas que, desgraciadamente, se dan cuenta con el paso de los años o no lo saben nunca y acaban con efectos mucho más graves.

Fuente: E. ARMORA Barcelona | ABC.ES

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